Nunca vi tu resplandor, pero me atraías como la luz de un faro en la plazuela atrae a la polilla nocturna. Esa luz, mortal para la criatura, a mí me dio la vida, sueño tras sueño.
Alza tu sonrisa, niña mía, sin temor. Sé el faro en la oscuridad de quienes navegan perdidos en el desconsuelo de no entenderse. Porque tu nombre es primavera, un renacer de flores silvestres que anuncian un mayo lluvioso, y esparcen mil aromas que nutren de amor y alegría las mentes más cerradas.
Sé la primera en decir "te quiero", aunque no lo oigas a menudo; al decirlo, muestras al mundo la verdadera maestría. Tú, Abril entre los abriles, diste primavera al invierno de marzo con tu llegada. Te vi, y con ello, recobré un aliento que yacía desvanecido de esperanza.
La luz habita en esta sombra locuaz donde todos estamos sumergidos. Capitanes y marineros, todos nos guiamos en su presencia, sin temor al amor más puro y verdadero. Amor que es loco y reversible, que da calor donde el frío congela al más altivo, y frío donde el calor descongela cada rincón del mundo.
Amor de amores. Sin ti, nada habría sido extraño; nada habría cambiado. Contigo, todo ha sido diferente, mejor. Abril de mil abriles, sigue dando primavera a marzo para que lo raro siga siendo, y aquellos que a tu lado sienten la añoranza, puedan, por fin, cambiar el llanto por la alegría que ondea en tu corazón.
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