Los pasos, aires internos,
melodías en un altar.
Perdón por no enseñar
las músicas que van al compás.
Se volvió loca desafiando
torturas galopantes.
Con un puñal en la mano
se abrió camino a ciegas.
Batallas lejos de ganarse,
vio todo y la nada.
No pudo adelantarse,
la loca se fue callada.
Valían oro sus manos,
pero hasta el oro la quemó.
Todo quedó silenciado,
hasta su voz se apagó.
¿Para qué tanto y tanto,
si nada vale aún más
que llorar en silencio
cuando ya nadie está?
Cuando alzó el vuelo,
voló tan alto que
jamás tocó el suelo,
aquel que le dio miedo.
Ya nada detuvo sus pies,
bailó su propia balada.
La loca nunca más
quedó callada.
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